Que cualquiera puede llegar a concejal es algo más o menos sabido, sobre todo en un pueblo pequeño donde no importa la capacidad del candidato sino la cantidad de votos de amiguetes que traiga en el saco -lo de las ideas políticas hace tiempo que cayó en desuso-. La demostración viva de esto es Antonio Reino Cortés, ex concejal del PP en
Tres Cantos, que razona de la siguiente manera:
Somos once, yo quiero mi 11%, como concejal que levanta la mano para que tú te lleves los 30 millones.
Con dos cojones. Lástima que no fueran cincuenta para trincar la mitad de la pasta. Lo gracioso es que no dimitió porque se viera superado por el cargo, qué va.
Lo hizo porque no pilló cacho.
País.
2 comentarios:
Por lo menos dimitió, especie en extinción en este país los dimisionarios ... Habrá que marcalos de cerca, conseguir que no metan mano en caja y que se larguen.
Buen blog, te volveré a visitar.
Dimitir porque no te llevas tu parte del pastel no me parece precisamente un ejemplo de ética, aunque sí es cierto que la gran mayoría esperaría a la siguiente hornada.
Gracias por pasarte por aquí, nos leemos.
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