Milicos sin fronteras

Cómo mola el ejército. Yo pensaba que las Fuerzas Armadas las componían aguerridos soldados, novios de la muerte y auténticas máquinas de matar dispuestos a dar hasta la última gota de sangre por la patria y todas esas cosas, por eso apuré todas las prórrogas de estudios para librarme de la mili hasta que la eliminaron. Pero no. Viendo un anuncio el otro día en televisión me di cuenta de lo equivocado que estaba.

Resulta que en el ejército ni dios lleva armas y todo son sonrisas y un compañerismo que ríete tú de la selección de baloncesto. Los milicos no están ahí para ir a pegar tiros a las guerras, ni mueren al otro lado del mundo, ni invaden paises. A juzgar por los anuncios, desembarcan en una playa y se ponen a jugar al voleibol, a tomarse un cafetito o a darse besos con los lugareños, vaya usted a saber, que tampoco es plan de contarlo todo.

Y la verdad, me parece muy mal. No por perdérmelo, que al fin y al cabo también me lo paso bien de civil, sino porque si estamos pagando un ejército -profesional, para más inri- quiero que la gente que se apunte sepa a lo que va y no se quite de delante a las primeras de cambio porque no leyó la letra pequeña. Si lo que queremos es un ejército en plan ONG, entonces no sé qué coño hacemos gastando la pasta en armamento en vez de en ayudas para los necesitados, empezando, si no es mucho pedir, por los de casa.