Quemarse por el sol es jodido: además de todo lo malo que es para la salud, el mínimo roce de la ropa te molesta y por mucho que sea año de Mundial(*) y te entusiasmes con la selección, el rojo no es un color muy atractivo si hablamos de pieles.
Sin embargo, hay algo aún peor que todo esto: la gente que no para de recordarte que pareces un semáforo ambulante. Cuando uno se quema, todos los conocidos que se cruzan en tu camino se reencarnan en Perogrullo y en vez de saludarte con un educado "buenos días" te sueltan algo así como "¿pero tú te has visto?" que dan ganas de estrellarles en la cabeza el espejo en el que te miras todas las mañanas.
Y no, no he ido a la playa, es que algunos también trabajamos al sol, aunque sea gratis -siempre que la causa sea buena, como fue el caso-.
(*)¿Habéis visto a Italia? Se lo llevan crudo
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