No es el futuro, es el presente

Este es el último discurso de Álex de la Iglesia como presidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas. Como prometió, no usó el mensaje para hacer política. No, al menos, del modo zafio en el que suelen hacerla los políticos profesionales. Tampoco de la forma facilona de las pegatinas del "No a la guerra" de hace unos años. De la Iglesia se limitó a decir tres o cuatro cosas que muchos ya sabíamos, que otros están descubriendo ahora y de las que otros no se quieren dar por enterados. Básicamente, que estamos en 2011, que existe una cosa que se llama internet (no es el futuro, es el presente, idiotas), que el cine se hace porque hay un público que ve las películas y que los que no se adaptan a los cambios están condenados a desaparecer.

Da gusto ver la cara de la lacaya de Biden (¿o creían que la mente privilegiada que escribió "Mentiras y gordas" es capaz de promover por sí misma una ley semejante?) mientras escucha a mi tocayo dejarla en evidencia sin necesidad de nombrarla a ella o a los que le mueven los hilos y le ríen las gracias.