Después de escuchar por enésima vez una cuña de radio sobre la "treinta y dos edición de la Copa América de vela" me pregunto cuál es exactamente el problema con los números ordinales en español (también me gustaría saber por qué no le llaman "Copa del América" a la competición, que es su verdadero nombre, pero eso es otro cantar). ¿Es tan difícil decir "trigésima segunda"? ¿Cuesta mucho pronunciar decimoséptimo? ¿Duele la lengua al decir cuadragésimo?
Pero no, el problema no ha de ser de dificultad en la pronunciación o ignorancia de la forma porque cuando palmó el anterior Papa y le sucedió el hasta entonces inquisidor general (o como se llame ahora el cargo), todos empezaron a hablar sin pudor de Benedicto decimosexto, demostrando que sí se saben los ordinales pero no cuándo aplicarlos, ya que en estos casos lo correcto, a partir del undécimo, es acompañar al nombre con el cardinal: Benedicto dieciséis o Luis quince.
Sin embargo, el asunto da otra vuelta de tuerca cuando aparece el clásico invitado al que nadie espera porque nadie sabe qué demonios pinta ahí: los fraccionarios. Así, hay ciclistas que llegan en onceava posición (o sea, la undécima parte de una posición, sea eso lo que sea) o veinteavas ediciones de la feria de muestras de Villabicho de Abajo.
Total, que como pasa siempre con el lenguaje, la cosa viene provocada sobre todo por la dejadez del hablante, llegando incluso a asumir el Diccionario Panhispánico de Dudas que para los números altos la gente pasa de los ordinales. Evidentemente, la RAE no va a obligar a nadie a que hable correctamente todo el rato, pero al menos los medios podríamos poner más cuidado y hacer bien las cosas.
1 comentario:
Hagamos boicot a Iberdrola. Cambiemos de canal o de sintonía cuando un locutor diga ma y lan en vez de me ha y le han. Cambiemos de canal cuando alguien diga (esta es una manía personal) en otro orden de cosas. Reivindiquemos los siguientes símbolos: ¡ y ¿.Y en lo de los cardinales, ordinales y fraccionarios me uno a tu cruzada.
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