Hoy terminan los últimos quince días de campaña electoral después de tres años, una quincena marcada por una publicidad más agresiva basada en megafonías a toda hostia y políticos colgados de las farolas. Buen momento para echar un vistazo al panorama democrático español. (Contra lo que pudiera parecer, no voy a criticar esta vez las faltas de respeto y vergüenza de nuestros políticos, ni la venta de los partidos al ladrillo. Esta vez voy a por los electores).
A pesar de que se nos suele llenar la boca con la palabra democracia y presumimos de ser mejores que los americanos también en esto de votar (aquí no hay pucherazos ni nada por estilo, qué va), lo cierto es que la mayoría de los españoles no tienen (¿tenemos?) ni puta idea de qué va esto de echar el sobre en la urna cada cuatro años.
Se supone que el sistema está montado para que el pueblo elija, de entre diversas opciones, aquélla que el propio pueblo considere que lo va a hacer mejor y va a favorecer más a sus intereses, creando así una sociedad mejor. Esto, más o menos, es la teoría. En la práctica, en España no hay votantes, hay hinchas de los partidos. Aquí ni dios se lee el programa electoral para decidir el voto, ni siquiera los resúmenes que nos meten en el buzón. Mucha gente no sabe cómo se llama el número dos de la lista que vota (a partir del 4 para las Generales) y nadie analiza los últimos cuatro años a la hora de decidir. ¿Por qué? Porque el 90% de los votantes es de un partido político como es de un equipo de fútbol.
Así, da igual que no nos guste el entrenador, seguiremos aplaudiendo y gritando los goles, que ya lo cambiarán. El día que se ganan las elecciones, la gente sale a celebrarlo con banderas y cortando calles. Si el delantero está fallón (esto es, si al concejal de urbanismo le han pillado con las manos en la masa), se le cambia y a seguir animando a los nuestros. Si el equipo desciende un par de categorías en dos temporadas, se deja de ver fútbol un tiempo alegando falta de interés y se retoma la afición siguiendo a un equipo puntero (del CDS al PP o de IU al PSOE, para los lentos). Y, como con los futbolistas, nos da igual la ideología de los políticos, lo que cuenta es la camiseta que lleven.
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PD: aprovechando que es el último día que se puede pedir el voto, échenle un ojo a la candidatura que encabeza Scarlett Johansson. Claro que, paradójicamente, debido a la ley de paridad esta lista sería ilegal.
4 comentarios:
"Porque el 90% de los votantes es de un partido político como es de un equipo de fútbol."
Cuántas veces he dicho yo esa frase. Te pasaste con el 90 por ciento, though.
Ya sabes que en casos así (cuando no se tiene ni la más remota idea del dato exacto) conviene exagerar.
Se puede decir más alto pero no más claro. No hay programas, pero piden votos. Tenemos lo que merecemos.
De acuerdo completamente. Y cuando gana tu partido se vas con tu bandera y te bañas en la fuente. Lo mismo, lo mismo.
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