3.4.06

Prohibido criticar

Hace unos días, mientras desayunaba, escuché en la radio a un señor muy indignado porque otro señor no sólo no estaba de acuerdo con sus ideas sino que encima las criticaba. El interfecto, que se lo sabía todo sobre la sociedad del buen rollito, estaba colérico porque, según su manual de buenas maneras, está feo meterse con lo que piensan los demás y no digamos desmontarle los argumentos, aunque sean falsos o simplemente estúpidos.

El asunto no es nuevo, qué va. Hace ya tiempo que se extendió la creencia de que la libertad de expresión viene en un pack con el don de la infalibilidad, esto es, que no sólo tenemos derecho a decir lo que nos venga en gana sino que, además, lo que pensamos es siempre acertado y digno de elogio y el que se atreva a decir lo contrario es un facha y un intolerante (qué desgastada está la palabreja, por cierto).

Pues no, mire, me niego a asentir o guardar respetuosos silencios ante tonterías manifiestas, las diga quien las diga, del mismo modo que cuando soy yo el que suelta alguna espero que me la corrijan. Y desde luego, jamás me sentiré ofendido porque alguien opine distinto a como lo hago yo. Al fin y al cabo, si todos pensaramos igual el mundo sería muy aburrido (y un tanto siniestro).

No hay comentarios: